Hace 46 años la ONU designó el día internacional de la Mujer para recordar que las mujeres seguimos luchando por el reconocimiento y efectivo ejercicio de nuestros derechos.
La realidad revela que la violencia aumenta, los asesinatos afectan desproporcionadamente a mujeres y las políticas públicas no han logrado incidir lo suficiente.
Nos lastima la impunidad por casos de mujeres desaparecidas, violadas, victimas de feminicidio, violencia intrafamiliar o discriminación; y seguimos exigiendo justicia por todas ellas.
Hoy es un momento crucial para decir que queremos vivir en paz, sentirnos seguras y contar el respaldo de un estado de derecho fuerte, que genere confianza y tranquilidad.
Es evidente que prevalecen debilidades que denotan falta de coordinación sistémica entre órdenes de gobierno y poderes de la unión, se necesita replantear la estrategia con mejores recursos financieros, humanos, tecnológicos, de capacitación, fortalecimiento de capacidades institucionales y rendición de cuentas.
La ruta es clara, debemos concentrar esfuerzos en mejorar y fortalecer leyes, instituciones y su aplicabilidad, con la resiliencia y sororidad que son muy nuestras.
La lección más importante, es que la realidad se complejizó y demandamos que a las mujeres se les posibilite con mayor facilidad el acceso a servicios, oportunidades de ingresos, paz y seguridad a través de un presupuesto con enfoque de género, ejecutado por servidores públicos perfectamente capacitados con esa perspectiva de género, que den soluciones a los problemas estructurales de la discriminación y la desigualdad.
No puedo omitir referirme a los acontecimientos que suceden en la capital del país, ante el levantamiento del muro de hierro (no muro de paz como quiere hacerlo ver la narrativa oficial), que muestra el desprecio del actual gobierno federal a la integridad y seguridad de las mujeres, nada menos el 52% de la población total de México.
Lamentable que mujeres que ostentan cargos en el gobierno federal o aspiran a gobernar entidades federativas, se auto sensuren y con su silencio se proclamen cómplices de la impunidad y la discriminación oficial, situación inédita, de la que no se tiene registro en los llamados gobiernos neoliberales.
Unidos por Tlaxcala se pronuncia porque NO participen como candidatos, hombres señalados de manera contundente por mujeres que han sido agraviadas y con valor lo han externado dignamente, ante la autoridad y la opinión pública, enfrentándose a los oídos sordos de la justicia y a la insensibilidad de la investidura presidencial.
Tristemente, el récord de mujeres víctimas de feminicidio, nos atribuye una imagen devastadora en el concierto internacional.
En este contexto, es que Tlaxcala necesita establecer un pacto de igualdad, integridad, legalidad y seguridad para que NO haya más mujeres NI más niñas al margen de la salud, de la educación, en pobreza, sin agua o servicios básicos y justicia social.
Quiero concluir expresando que a Anabell, a mí y a una infinidad de mujeres tlaxcaltecas nos empodera la oportunidad de luchar por los derechos de TODAS.
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