Rodrigo Guzmán
La mañana de este martes, el titular del ejecutivo federal, Andrés Manuel López, se presentó ante el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas.
En su planteamiento ante los miembros permanentes del órgano mundial, el presidente argumentó a través de una retórica demagógica que, el principal obstáculo para el ejercicio del derecho de la libertad es la corrupción, en todas sus expresiones: los poderes transnacionales, la opulencia y la frivolidad como formas de vida de las élites; el modelo neoliberal que socializa pérdidas, privatiza ganancias y alienta el saqueo de los recursos naturales y de los bienes de las naciones.
Destacó lo sucedido con la distribución de la vacuna contra el COVID-19 a través del mecanismo COVAX, creado por la ONU, apenas ha distribuido el 6 por ciento, lo que calificó como un “doloroso y rotundo fracaso”, puesto que, las farmacéuticas privadas han vendido el 94 por ciento de las vacunas.
Ejemplificó lo hecho en México a través del criterio de que “por el bien de todos, primero los pobres”, destinando el recurso liberado al “pueblo”, sosteniendo que la solución es acabar con el desempleo, favorecer la incorporación de los jóvenes al trabajo y al estudio, evitar la desintegración familiar, la descomposición social y la pérdida de valores culturales, morales, espirituales.
“En México podrá llevarnos tiempo pacificar el país, pero la fórmula más segura es atender el fondo, como lo estamos haciendo; por ejemplo, otorgar a los jóvenes opciones de estudio y trabajo para evitar que sean enganchados por la delincuencia. La verdadera victoria sobre las bandas delictivas siempre consistirá en privarlas de su semillero y de su ejército de reserva”.
Por ello afirmó que, en próximos días, la representación de México propondrá a la Asamblea General de las Naciones Unidas un Plan Mundial de Fraternidad y Bienestar, cuyo objetivo es garantizar el derecho a una vida digna a 750 millones de personas que sobreviven con menos de dos dólares diarios.
“La propuesta de México para establecer el Estado Mundial de Fraternidad y Bienestar se puede financiar con un fondo procedente de al menos tres fuentes: el cobro de una contribución voluntaria anual del 4 por ciento de sus fortunas a las mil personas más ricas del planeta. Una aportación similar por parte de las mil corporaciones privadas más importantes por su valor en el mercado mundial y una cooperación del 0.2 por ciento del PIB de cada uno de los países integrantes del Grupo de los 20. De cumplirse esta meta de ingresos, el fondo podría disponer anualmente de alrededor de un billón de dólares”.
Bajo estos argumentos el mandatario, pormenorizó que estás acciones buscan construir estabilidad y paz por medio de la solidaridad con quienes más lo necesitan; “estoy seguro que todos, ricos y pobres, donantes y beneficiarios, vamos a estar más tranquilos con nuestra conciencia y viviremos con mayor fortaleza moral”.
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