top of page

Y cuando despertamos, el COVID-19 seguía ahí.



Y cuando despertamos, el COVID-19 seguía ahí.

La extraña enfermedad identificada en China durante los últimos días del 2019, y que algunos creíamos que se encontraba lo suficientemente lejos como para llegar a nuestra latitud, arribó a México sin preguntar y sin avisar.

El COVID-19 había sido un tema del cual, muchos opinamos sin pensar que en nuestro país, se instalaría. Es cierto, no estábamos preparados para una situación de este tamaño, aunque la verdad es que ningún país lo estaba.

Repentinamente llegó y, las clases sociales, las edades, las escolaridades, y las religiones, parecieron no importarle al virus que se presenta como una enfermedad respiratoria común. Las autoridades sanitarias en México, anunciaron en marzo de 2020, medidas que evitarían el contagio entre los ciudadanos, lejos de pensar si lo hicieron a tiempo o no, creo conveniente analizar los factores que esencialmente fueron determinantes para que tan sólo un 30% (estimación del Gobierno), la cumpliera.

Indudablemente, lo más difícil de realizar en un país tan desigual como México, era el resguardarse en casa, de tal suerte que poder hacerlo, se convirtió -para algunos- en un privilegio de clase; pero me atrevería a decir que los derechos laborales, no son en ninguna de sus expresiones, privilegios. Se trata más bien, de la suma de esfuerzos que los trabajadores han consolidado en tiempos después de la revolución.

A lo largo de la historia política de nuestro país, los sindicatos jugaron con las reglas que determina el poder, porque hacerlo, les permitía ser parte del juego, llámese tener regidores, alcaldes, diputados, senadores, y cualquier otro cargo que se pudiera obtener, siempre había algunas piezas en el tablero. Los líderes sindicales apostaron a sus intereses y no a los de sus agremiados, los derechos laborales, para algunos líderes charros, pasaron a un segundo plano tan luego se acercaron al poder.

Ahora imaginemos a aquellos ciudadanos que se encuentran en la informalidad, aquellos que nuestro mismo país y sus instituciones marginaron de la posibilidad de tener las mismas condiciones y oportunidades, por lo tanto, no tienen un empleo estable, con ingresos fijos, con acceso a la seguridad social. Es doblemente difícil para ellos quedarse en casa, más cuando eso significa no comer, y no poder cubrir sus necesidades más próximas.

Pocos son los gobernantes que entienden la magnitud de la situación, pocos entienden que nuestra historia, y nuestras vidas, y nuestros hábitos cambiarán a partir de la llegada del COVID-19.

Lo anterior es una invitación a reflexionar sobre cómo este virus cambiará nuestras realidades, se viven tiempos llenos de incertidumbre en distintos aspectos, la ciudadanía está preocupada pero a la vez no, la ciudadanía cree en la existencia del virus pero a la vez no, la ciudadanía cumple las medidas sanitarias pero a la vez no.

Si tan luego, la crisis haya sido superada, seguimos viviendo en la misma situación, habremos fallado, y nos equivocamos los ciudadanos y los gobiernos porque no entendimos en esta gran oportunidad, que, no somos rivales, ni papás e hijos, somos ciudadanos necesitando a otros ciudadanos.

Hoy más que nunca, México necesita a los mexicanos, sin distingos, sin partidos, sin intereses particulares, sin que pensemos en avanzar aunque dejemos a algunos cuantos atrás.

Comments


bottom of page